Robert Spearman.
Así se llaman, de ahora en adelante, mis pensamientos recurrentes.
Mientras caminaba por los alrededores de mi casa, paseando con mi hija y mi perrita, pensaba, ¿qué video absurdo podía grabar para subir a TikTok o alguna otra red social?
No pasó mucho rato hasta que apareció un nombre; Robert... Spearman. ¿Quién era el hombre lanza? No recuerdo, en ninguna instancia de mi vida, haber leído, escuchado ni investigado acerca de un tal Spearman. ¿Había creado un personaje?
No.
De acuerdo con Google, Perplexity y Wikipedia, Robert Spearman existió y fue discípulo de John Hutchinson, un teólogo que escribió Mosse's Principia. Junto a Julius Bate, continuaron con el trabajo del viejo Hutch y editaron varios tomos con su trabajo.
Lo cierto es que tanto Hutch, como Bob, eran personas poco comunes. John era un hombre "medio educado y fantasioso de una vanidad sin límites" según Wikisource. Lo interesante es que tuvo la pachorra de negar la teoría de Newton de la gravitación.
El anterior exordio no tiene mayor relevancia. Eso sí, da pie para lo que les contaré ahora.
¿Qué son los pensamientos obsesivos?
Existen, en las distintas clasificaciones de la psicología y la psiquiatría, varias definiciones. Sin embargo, utilizaré la de NIMH: pensamientos, impulsos o imágenes mentales que se repiten y que son intrusivos, no deseados y provocan ansiedad en la mayoría de las personas.
Este tipo de pensamientos están en la línea del trastorno obsesivo compulsivo (TOC). No obstante, tener pensamientos intrusivos o repetitivos no necesariamente implica tener TOC. Existen muchas más variables y síntomas a considerar.
En ningún caso este es un post que intente ser una guía para personas con conductas obsesivas. Más bien, es mi manera de hacerme cargo de parte de mi salud mental.
El humor, como muchos autores han declarado, es un bálsamo para la vida. Es por eso que, Robert Spearman, me pareció un nombre muy gracioso para integrar ideas o pensamientos obsesivos que, muchas veces, son agotadores.
Por otro lado, el hecho de que haya aparecido ese nombre tan particular y no tenga recuerdo alguno de haber leído algo si quiera similar, me indica que tengo cantidad de información que no se que poseo.
Hablaba con unos compañeros de trabajo sobre la cantidad de datos inútiles y referencias de películas, libros y letras de canciones que uno maneja y que no están en el “consciente”. Es gigantesca.
De ahí que, un tal Robert Spearman, puede haber estado almacenado en los rincones de una neurona que no hablaba hace tiempo y quiso dar su opinión. Eso pasa con la mente... a veces, habla por si sola y si uno le presta mucha atención te quita mucho tiempo. Si la ignoras, enfermas. Por lo tanto, volviendo a la filosofía budista -una vez más- el camino medio es siempre el mejor camino.
Albergar a los distintos ‘Robert Spearmans’ no debería convertirse en una tarea en sí misma. Más bien, la simple rotulación, desde el humor, me ha facilitado la aproximación a este tipo de fenómenos. Más importante aún, le quita la gravedad, el gasto de energía y, sobre todo, me da material para escribir este post.