AC y DC: Antes de ChatGPT y Después de ChatGPT
Hay momentos que dividen la historia en dos. Antes y después. Como la invención de la imprenta o el día que aprendiste a andar en bicicleta sin rueditas.
Algunos momentos definen eras. Así de simple. Están los que cambian nuestra manera de vivir, como la imprenta, y otros que solo cambian la forma en que medimos el tiempo. Antes de Cristo y Después de Cristo fueron, durante siglos, los marcadores históricos definitivos. Pero, ¿y si ahora esa “C” no fuera Cristo, sino ChatGPT? Tranquilos, no estoy fundando una nueva religión (aunque ya hay fanáticos). Es una metáfora, una ironía que nos ayuda a entender el alcance de este cambio de paradigma.
1. El mundo Antes de ChatGPT
En los tiempos oscuros del AC, interactuar con la tecnología era como intentar hablar con una pared. Los buscadores te tiraban toneladas de información, pero nunca lo que realmente necesitabas. Los chatbots eran básicamente versiones digitales de ese amigo que nunca entiende las bromas. Y tú, como un estoico moderno, lidiabas con la frustración mientras buscabas una respuesta en un mar de links irrelevantes.
Entonces llegó ChatGPT. ¿Cómo explicarlo? Es como si de pronto la tecnología dejara de ser un robot torpe y empezara a ser ese amigo que no solo entiende tus bromas, sino que las mejora. Una especie de compañero de trabajo perfecto que nunca se agota, pero tampoco se queja.
2. La revolución DC: Después de ChatGPT
El DC no es un simple cambio en el calendario; es un salto "cuántico" (me carga esta mala utilización de la palabra, pero...) en la manera de pensar. Antes, el conocimiento era algo que tenías que excavar. Ahora, te llega en bandeja, como si tu biblioteca personal cobrara vida y te ofreciera exactamente el libro que necesitas. Claro, también está el riesgo de usarlo para hacer tareas escolares mientras finges ser un genio. Pero eso es otro tema.
Más allá de lo funcional, este cambio tiene una profundidad que no podemos ignorar.
ChatGPT no solo democratiza el acceso al conocimiento; democratiza la conversación. Puedes ser un estudiante en una zona rural o un ejecutivo en Nueva York, y ambos tienen acceso a una inteligencia que puede debatir contigo sobre Shakespeare o explicarte cómo hacer pan casero.
3. Reescribiendo nuestra línea del tiempo
Imagínate un libro de historia donde las eras se midieran no por dinastías o guerras, sino por tecnología. El viejo AC incluiría figuras como Sócrates y Da Vinci, mientras que el nuevo AC hablaría de los días en que los humanos aún escribían manualmente sus correos de trabajo. En DC, estamos en una etapa donde todo parece posible. ¿Quién sabe? Tal vez en el futuro se hable de estos años como el inicio de una nueva era de “co-creación” entre humanos e inteligencia artificial.
Por supuesto, no todo es miel sobre hojuelas. Como todo cambio, esto viene con preguntas éticas y desafíos. La tecnología no nos hace más sabios; nos da herramientas. La sabiduría sigue siendo responsabilidad nuestra.
4. Ejemplos de vida cotidiana
El cambio no solo es evidente en grandes debates filosóficos; está en lo mundano. Antes, escribir este artículo hubiese implicado horas de reflexión, café frío y miradas perdidas por la ventana. Ahora, basta con interactuar con esta IA para que las ideas fluyan. Pero no se confundan: el artículo sigue siendo mío. O, tan mío como pueda ser.
La herramienta ayuda, pero la voz sigue siendo humana (aunque, seamos honestos, más descansada). La semana pasada le pedí a ChatGPT que me sugiriera ideas para un regalo de cumpleaños. ¿El resultado? Una lista impecable que incluía desde experiencias hasta detalles personales. ¿Es esto trampa? Tal vez, pero sigo siendo yo el que -creo- decidir.
5. ¿Divinidad tecnológica o simple evolución?
Aquí es donde las cosas se ponen interesantes. Si alguien me preguntara si ChatGPT es más importante que Cristo, respondería con una sonrisa. No confundamos los términos. Pero si me preguntas si el impacto de la inteligencia artificial en la historia puede ser tan significativo como los grandes hitos de la humanidad, la respuesta es un rotundo “sí”.
Esto no significa que estemos adorando a máquinas, aunque a veces lo parece. Significa que estamos redefiniendo cómo vivimos, trabajamos y pensamos. Estamos en medio de un renacimiento digital, y lo interesante es que todos somos parte de esta historia, no solo espectadores.
Entonces, ¿qué significa vivir en la era DC? Significa reconocer que la tecnología no es ni buena ni mala; es un reflejo de quiénes somos y de cómo decidimos usarla. Tal vez, en unos años, nadie recuerde este artículo, pero lo que sí quedará es la huella de cómo decidimos interactuar con esta nueva herramienta.
El cambio está aquí. La pregunta no es si deberíamos aceptarlo, sino qué haremos con él. Porque al final del día, la historia no se mide por las herramientas que creamos, sino por lo que hacemos con ellas.